http://elpais.com/elpais/2013/04/03/opinion/1365017275_351618.html
De este enlace a un editorial sobre la imputación hecha a la Infanta Cristina por el juez Castro, he extraído un par de fragmentos para mostrar hasta dónde se ha llegado en la consistencia argumentativa y lo poco que ya parecen importar las razones, las cuales incluso se exponen cínicamente, aunque no apoyen lo sostenido de principio a fin. Lo único que cuenta es la conclusión establecida a priori. Qué tremenda cólera y amargo pánico creo que sentiríamos si fuese el caso de alguno de nosotros. Y digo de palabra, con mi palabra de republicano, que sería horrible para cualquier persona verse imputado y leer esto sobre su imputación:
«Las 18 páginas del auto del juez despliegan un argumento sólido sobre la necesidad de la imputación, aunque esa solidez se desvanece un tanto a la hora de acotar los hechos por los que se procede a ello, dejando siempre el regusto de que Castro ha tenido en cuenta la enorme presión de la opinión pública a la hora de tomar una decisión que no transmita la impresión de que la Infanta escapa al destino procesal del resto de protagonistas del caso Urdangarin.»
Y a pesar de esto, desde el comienzo del editorial ya se deja sentado que «La convocatoria judicial a Cristina de Borbón viene a confirmar que el Estado de derecho funciona en España. Proporciona asimismo la ocasión de demostrar que “la justicia es igual para todos”, ...». Pues mire usted, si la justicia ha de ser así, yo no quiero que sea igual para mí ni para nadie más. ¡Un juez con merma en la solidez a la hora de acotar los hechos y que tiene en cuenta la enorme presión de la opinión pública a la hora de tomar una decisión! Ni para mí ni para ustedes deseo ese gozo de igualdad a la hora de participar en una «convocatoria» de la justicia. Y, además, eso, llamando «convocatoria» a un requerimiento por imputación. ¡Qué finos están algunos de mis colegas republicanos!
