Estos dedos,
caballos alazanes
que vuelan al galope
por las líneas de tu cuerpo.
Esos labios de par en par,
que se abren
como lucientes tellinas
en la arena,
al acampanar mis manos
en el saliente de tus pechos.
Imborrable sensación, que lo es
de suaves besos,
que al unísono conciertan
nuestras lenguas,
una para la otra
aire de boca en boca.