sábado, 12 de octubre de 2013

DICTATOR ET HISPANIA



Y allí, en Venezuela, imponen ese decreto de poderes extraordinarios, en tiempos difíciles y en favor de «Un» mandatario, para adoptar medidas cada vez menos extraordinarias y menos excepcionales, ordinariez pura: la excepción convertida en regla. Así, al estado de excepción permanente que es la pobreza, se le abona para que aumente. Eso sí, no nos vayamos a confundir, todo en nombre de los pobres y los desheredados. Tragedia y aclamación.

Para este tipo de gobernanza -que se dice ahora-, a la vez ordinaria y extra-ordinaria, se creó en la Roma clásica el dictator, esa figura que tanto atraía a Carl Schmitt, el jurista nazi que definió el núcleo de la política alrededor de la idea de poder decidir (el estado de excepción) trenzando el binomio amigo/enemigo. Pues bien, allí están los líderes de esa revolución bolivariana, como si fueran refiguraciones de Sila y de Julio Cesar; y con el mismo objetivo: desembarazarse de sus opositores una vez que los han declarado enemigos de la patria, en la que no caben más que los que los rinden honores y pleitesía al dios de la boina roja. Para su sacralizada revolución, es esencial definir al enemigo, tanto externo como interno; lo demás, viene por añadidura, ça va de soi, ni que decir tiene. Pero el dogma crea sus propias herejías y, a veces, otro dios lo quiera, el comienzo de lo que pudiera ser su propia destrucción

Y por aquí, en esta hispania desvertebrada, tenemos a esa también sacerdotal izquierda unida, además de a la eterna esquerra, mirando embobada al régimen del dictador, al que tienen por el gran modelo a seguir: corrupción burocrática, nuevas oligarquías, igualitarismo por abajo, confiscaciones, despilfarro de la riqueza natural, farsa democrática, uso partitocrático de las instituciones y organismos del Estado, inseguridad ciudadana, ataques gubernamentales a la libertad de expresión, sometimiento del poder judicial y parlamentario, fraude de Ley constitucional, ..., deuda económica, falta de productos alimenticios, fuga de las inversiones, déficit de producción, ..., misiones, batallones y milicias en los supermercados. ¿Y eso qué, el penoso espectáculo de la militancia en los supermercados con la que se ilusionan y al que emulan algunos dirigentes sindicales de esta «levitante» Andalucía de los ERE? Por aquí, sí, estamos en esta hispania de erre Mas erre, de bar y cenas, de «eta» Euskalerria, esta hispania en estado de paro, en estado de vil y elitista inducción política al cainismo.

Y allí y aquí estamos, con la tragedia de una ilusión, más real allá que acá. Pero no creamos, que todo es posible cuando la ilusión es más que una ilusión, cuando la complicación soterrada avanza para adentrarse en el seno de la ciudad. Y aquí y allí estamos, hoy día de la hispanidad, que bien podría reconstruirse como un vivero de digna y común humanidad democrática. Pero no creamos, que va a costar, y mucho, pues no son pocos los que ya, con un precio muy alto, andan por ahí aclamando regímenes de aclamación.