Hay quienes no logran quitarse el pelo de la montaña, por mucho que se hisopeen. Y hay otros, ciudadanos que no cuentan entre "los quienes", que por mucho que se desmorone su “yo”, no logran rendirse a las falsas evidencias de estos.
El lunes 7 de febrero de 2011 habló uno de esos “quienes”, jurista y sacerdote de un sol naciente, del que sale por el norte y, dialécticamente, produce la noche de una extraviada estrella polar y vigilante luna. En su intervención se dejó traspasar, entre otros, por los siguientes rayos de luz (¿cegadora?): 1) “aceptamos como guía y pauta de actuación los principios del senador Mitchell, considerándolos como ineludibles e indispensables para avanzar hacia una realidad de paz y soluciones democráticas”. 2) “serán la adhesión popular, la movilización democrática, la lucha ideológica y la participación político-institucional sus únicos instrumentos de acción política.”
¿Principios Mitchell? Un “yo” que se desmorone, pero que aún sepa leer, ha de entender que tales principios, al venir de donde vienen, Irlanda del Norte, están cargados de equidistancia respecto de las partes en conflicto, pues, efectivamente, en ese lugar sí que existían varías organizaciones paramilitares. Por esto, aplicar a rajatabla (aunque no sea a tiro limpio) esos principios en el caso del “conflicto vasco”, lleva a considerar que no sólo ETA es una banda paramilitar (lo cual es ya un buen hisopeo), sino que las víctimas, el gobierno autónomo, el gobierno central español y francés, todos estos, son también bandas paramilitares (ya se sabe, el agua bendita no debe quemar por igual a santos que demonios).
¿Adhesión, movilización y lucha? Uy, el “yo” ya no se desmorona, sino que le quieren hacer sufrir regresión. ¿No suenan estos tres términos a palabros de los viejos totalitarismos? (Siglo XX, ¡cómo corre el tiempo!). Otro milagro del sol naciente y fuente de creación: no es que sirvan lo mismo para un roto que para un descosido, o sea, para un criminal nazi que para un facineroso estalinista, sino que ya igual valen para un beso de paz que para un tiro en la nuca. ¡Faltaría más!, y al que no se adhiera, se le moviliza, que para eso está la lucha ideológica, contando ya –eso sí- con el rodillo aplastante de las instituciones en las que de nuevo se participará como se participaba antaño: ¡por la exclusividad!
Y todavía más: hay otros “quienes” pretendiendo que el “yo” se desmorone con un religioso y primaveral amén. Pues me parece –por lo que escucho y veo en la parte de las víctimas- que esos "quienes" tan entusiastas no lo van a tener nada fácil. Que esta dificultad y resistencia, así sean.