Leí en el diario deia.com, con fecha 5 de mayo de 2011, la siguiente noticia:
“Bilbao. Unos 500 abogados y profesores universitarios vascos dieron a conocer ayer, en la sede del Colegio de Abogados de Bizkaia, un manifiesto en el que denuncian la "indefensión" de Bildu después de la sentencia en la que el Tribunal Supremo anulaba todas sus listas.
En primer lugar, los firmantes entienden, en coincidencia con el voto particular, que prohibir una coalición de partidos y candidatos independientes a presentarse a unas elecciones, es un perjuicio tanto para la opción política y para la sociedad, "en cuanto se cercena la expresión del pluralismo político y la correcta manifestación de la voluntad popular". "No se puede prohibir un partido político o anular una coalición electoral si sus miembros y representantes afirman expresamente que rechazan la violencia como forma de acción política, excepto si sus actos, posteriores a esa declaración, son contrarios a la misma". De tal modo, la prohibición solo podría justificarse "cuando exista una clara necesidad social imperiosa de adoptar dicha medida, por constatarse con pruebas claras, no con sospechas y conjeturas, la existencia de un riesgo concreto, grave e inminente de puesta en peligro del sistema democrático y otros derechos fundamentales". Por ello, "la actual regulación no es compatible con los derechos de defensa y a un proceso justo y con todas las garantías".
Apelan "a la responsabilidad institucional" de Pascual Sala, presidente del Tribunal Constitucional, para que el recurso de amparo presentado por Bildu sea resuelto por el Pleno y no por ninguna de sus dos salas, para determinar "si la interpretación y aplicación" que ha realizado el Supremo de la Ley Electoral y de la Ley de Partidos "supone o no una aplicación extensiva de los preceptos de dichas leyes que afectan al derecho de participación política en condiciones de igualdad".”
Inmediatamente me puse a la búsqueda por Internet del texto completo de dicho manifiesto, encontrándolo en el blog de Txema Oleaga, candidato del PSE-EE/PSOE a la alcaldía de Bilbao, donde en su entrada del día 4 de mayo de 2011, bajo el título Manifiesto y derechos civiles y políticos, pude leer, además, lo siguiente:
“Un grupo de juristas de Bilbao me ha hecho llegar este manifiesto. No lo he suscrito, dado que, más allá de mi condición de Abogado, estoy en plena campaña electoral y creo que mi cometido no es analizar la realidad en términos jurídicos exclusivamente, sino en parámetros políticos, tal y como vengo haciendo en este blog. Pero es realmente un documento impecable que recoge muy claramente lo que pensamos algunos. Estoy sustancialmente de acuerdo con este manifiesto. Por supuesto, dejando sentado que soy un escrupuloso defensor del estado de derecho y de la separación de poderes y del respeto y acatamiento a las resoluciones judiciales. Como diría mi buen amigo Eduardo Madina, espero que el Constitucional dicte mañana una sentencia agradable.”
Muchas cuestiones me fueron viniendo a la mente durante y después de la lectura de este post del candidato socialista a la alcaldía de Bilbao. Pero, sobre todas ellas, había una que me producía cierto desasosiego ciudadano. ¿Por qué ampararse en Eduardo Madina para referirse a una sentencia como algo agradable que se espera sea dictado, como tal, por un tribunal constitucional? Así las cosas, ayer decidí enviar un comentario por medio del espacio que el blog del candidato socialista tiene habilitado para esos efectos. El contenido de mi envío ha sido el siguiente, incluida alguna errata:
Señor Oleaga, ¿qué quiere decir “agradable”? Porque yo no acabo de entender dicho término ni jurídica ni políticamente cuando se refiere a una “sentencia”. Ahora, en estos tiempos, ¿”agradable” es el otro nombre de “justa”? ¿A eso es a lo que nos cabe aspirar? Y puestos a recordar a Eduardo Madina, ¿no piensa que sería mejor atenerse no a lo que éste diría, sino a lo que dijo en el foro de la V Cátedra Santo Tomás de Ávila y que después dejó por escrito en una publición de 2008?: “Quizá algún día, los verdugos debieran hacer un ejercicio público de reconocimiento del daño causado, quizá después deberían trasladarlo una por una a las víctimas del terrorismo y abdicar, con ello, de todo lo hecho. Quizá así… algún día, sea posible la convivencia en Euskadi como primer paso para metas más elevadas de vertebración política y sentimental. El problema reside en que, normalmente, una sociedad alcanza sus metas más elevadas cuando cuida su memoria y procura un conocimiento profundo de todo lo que ha vivido. (…) Y no sé si, en la actualidad, el conjunto de la sociedad vasca está por la labor de ser sincera consigo misma”. (E. Madina et alii, El perdón, virtud política, Anthropos, 2008, pg. 111)
Bueno, pues ya ha habido respuesta del TC, ¿le parece “agradable” para la convivencia según la entiende (o entendía, ¡quién sabe!) Eduardo Madina?
La respuesta dada por el candidato socialista a la alcaldía de Bilbao ha sido la siguiente:
"Txema Oleaga
@Tomás Bellas palabras de Eduardo. Agradable es ajustada a derecho y el derecho, c omo Ud. sabe, lo conocen los jueces al aplicarlo"
Al leer esta respuesta, antes de escribir este post, dudé si contestarla o no. Me vino a la cabeza una cita de Benjamin que hacía unos días había vuelto a leer. Así que esta ha sido mi respuesta, sin que aún sepa si hay un segundo comentario por parte Txema Oleaga:
"Tomás Valladolid Bueno
Escribió Walter Benjamin recogiendo una cita de Karl Kraus: “Muchos contarán alguna vez con derechos. Pero el que hoy poseo será un derecho a partir de la injusticia. Este es el lenguaje de un autoridad auténtica.”
Porque, en efecto, lo que inmediatamente me preocupaba, desde mi punto de vista como ciudadano, no eran los vaivenes que afectan a muchos políticos profesionales, esos para los que ciertos pensadores franceses reservan el término peyorativo de les politiciens. Y no me preocupaba inmediatamente, porque –en mi opinión- la crisis de representación todavía está por mostrarnos su verdadero y aterrador rostro. Y ya habrá, ¡espero!, tiempo para comentarlo sin que se nos haga demasiado tarde. Ahora bien, asusta que la irresponsable banalización del derecho y de la política (¿qué menos puede decirse del hecho de reducir el problema de lo justo al asunto de lo agradable?), digo, asusta que esa banalización se haga en el marco de una comunicación politicien, realizada bajo el paraguas del nombre de alguien que, por su significación victimológica, más allá del partidismo, no debería nunca ser usado en vano, o sea, banalizando lo grave de lo más grave: la reconstruccion de la polis. Pero mucho me temo que esa falta de sinceridad para sí mismos va aunada con la falta de sinceridad para con los demás, vamos, que ni cuidado de sí ni cuidado del otro, ni moral ni político, sino, politiciens. ¿Poiliti…. qué? Sí, eso, politicastros.
No es de extrañar, por tanto, que hace ya un tiempo la madre de una víctima de ETA augurase que algún importante dirigente político llegaría a decir cosas que nos helarían la sangre. ¡Qué razón llevaba! Ahora bien, ya habrá quienes tachen toda esta valoración como producto de una perspectiva exagerada de las cosas, ya que lo de “agradable” no sería sino un modo de expresarse que no tiene más importancia viniendo de quien viene. Pues eso, porque viene de quien viene, sí que tiene importancia. ¿Ya no nos acordamos de aquello de que en la falsedad del gesto se revela la falsedad del todo? Pues, así nos va.