Hace un par de días, un buen amigo de toda la vida me ha enviado un correo electrónico adjuntando una carta que la persona titular de la Secretaría General de un partido remite a sus militantes. Desde el comienzo hasta el final, la misiva es una auténtica arenga.
No voy a exponer su contenido ni las emociones y pensamientos que su lectura me han ido despertando. Diré solo que, al terminarla, ante tanta improbidad partidista, me acordé por contraste de un artículo publicado hace cuatro años en un diario latinoamericano. Este apareció con la rúbrica «Acerca de militantes, camaradas y compañeros», y lo conocí porque mi también querido amigo Vicente Torres lo incluyó completo en su libro titulado «2016. AÑO BISIESTO. Diario un tanto particular» (págs. 100-104).
Escribo el enlace a la página web donde puede leerse el texto de dicho artículo. Lo hago atendiendo a la clarificación terminológica que lleva a cabo el autor, Francisco Javier Guardiola. Pero la voluntad principal que me mueve a traerlo aquí es la misma que este expresa en su último párrafo:
«He querido poner estos pensamientos más o menos desordenados nada más que para esbozar un contraste y profesar mi humilde admiración hacia aquellos jóvenes argentinos que aún tienen una actitud de compromiso sin ejercer ninguna descalificación hacia quienes piensan diferente; a los que estudian o que trabajan o que buscan hacerlo y que se forman todos los días para ser mejores y se nutren de un sentido humanista de la vida sin olvidar el crecimiento individual; jóvenes que en el ejercicio de la libertad de pensamiento y de acción, no vulneran el derecho y la libertad de nadie; jóvenes que no se ven atraídos por el gesto descompuesto de fanáticos de santo y seña y que no obedecen nunca a catecismos doctrinarios de sectas partidarias».
(tvb)