domingo, 6 de febrero de 2011

Ascesis y mística

…el motivo de toda mística es liberarse de la preocupación por sí mismo o mitigar esta preocupación. (…) En otras palabras, la mística consiste en trascender o relativizar la propia egocentricidad, una egocentricidad que no tienen los animales que no dicen “yo”. (…) Los seres conscientes se objetivan al decir “yo”… tienen la posibilidad de tomar distancia de la conciencia de ser el centro; (…) hay dos maneras de tomar distancia de sí mismo y darse menos importancia. Primero: atribuirle menos importancia al propio bienestar que al bienestar de otros. Segundo: atribuirle menos importancia a toda la traba afectiva egocéntrica. Se puede entender el llamado a darse menos importancia tanto en el primer sentido como en el segundo. Pero particularmente este último es el que será relevante en la mística. (…) En este caso, lo interpelado no es el egoísmo de la persona, sino su egocentricidad…, los que dicen “yo” toman conciencia de su pequeñez y de la de sus preocupaciones en el universo. (…) Estamos ante la relativización de sí mismo… que es asunto de la mística. (…) No se niega la voluntad: se la relativiza y limita. Las frustraciones no son superadas, sino integradas…, el místico se repliega en el mundo: en vez de mirar todo desde la perspectiva egocéntrica, se mira desde el mundo.

(Ernst Tugendhat, Egocentricidad y mística)

[Somos cinco: tú, yo, ellos, nuestras voces y la escucha de estas. ¿Podrá alguna vez sobrevivir la escucha a lo escuchado, a ti, a mí y a los demás? ¿Podrá alguna vez quedar solo la escucha de la escucha, la pura recepción que se acoge a sí misma? ¿Es posible tal grado de ascetismo?]