The right man in the right place: El hombre recto en el lugar correcto.
Aquí y ahora, esta frase no describe cómo es
uno ni cómo son las cosas, sino que más bien tiene fuerza normativa: cuando la
vuelvo a leer, escuchar, recordar o pensar, me dice cómo debo ser en una debida
situación. De ahí que quepa preguntarse: ¿Qué tiene que ver la foto de ese
cordobán, que cuelga en una pared de mi casa, con esta sentencia práctica? ¿Qué
hay en el camino que va de uno a la otra? ¿Por qué ese itinerario?
Lo que viene a confirmar la dinámica
ligazón entre el cordobán y esa sentencia es el hecho de que las ideas, las
creencias, las imágenes, lo que sabemos, lo que aprendemos, es decir, todo lo
que está «archivado» en nuestra mente o nuestro espíritu lo está en una
disposición no dispuesta definitivamente. Dicho de otro modo, que lo que somos,
en cierta medida o en parte, es los que ya fuimos, pero re-dispuestos,
reconfigurados.
Hace unos días, he tenido la fortuna vital de que una amiga me
re-encontrase. Prueba de este tipo de fortuna la he dejado en la entrada Escritura y moral, donde expongo la idea de
«escritura moral» por medio de la misma escritura de esta buena amiga cordobesa.
Así que, no por casualidad, desde esa fecha miro con cierta atención este
cordobán donde está reproducida en cuero repujado una imagen de la Mezquita de
Córdoba. Pues bien, en una de esas miradas al cuero ya repujado recordé que el
término "cordobán" está detrás del origen (s. XIII) de la palabra
francesa "cordonnier", que en castellano significa zapatero. Pero
hete ahí que, de inmediato, me asalta un texto de Unamuno perteneciente a su
libro «Del sentimiento trágico de la vida». En ese texto, nuestro filósofo
establecía una relación entre "¡zapatero, a tus zapatos!" y la
sentencia "the rigth man in the rigth place".
El itinerario por el
que se re-disponen tales «componentes» del acervo cultural y vital es
precisamente de orden práctico o moral. Pero además de este ya claro vínculo
conceptual, aunque no tan diáfano en todos sus efectos, resta un enigma o
enigmas sobre el mecanismo mental, el psicológico, el moral, ..., el mecanismo
humano por el que la amistad opera como núcleo de un nuevo engranaje de la vida
espiritual. No sabemos todo de nosotros mismos, entre otras cosas porque, en
parte, somos y seremos lo que fuimos; y esto que fuimos a su vez fue, en la
parte alícuota, lo que antes también fuimos. Pero, sobre todo, porque lo que
fuimos siendo está abierto siempre a nuestro natural modo de ser que es el IN
FIERI, el ser que está haciéndose y siempre en cuestión |
(Cordobán) |