lunes, 9 de septiembre de 2013

Para caminar por un texto 12: Separatismo catalán

Rafael Barrett, Moralidades actuales (1909)


«LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

CATALUÑA marcha hacia el separatismo. ¿Llegará? La cuestión no es que los catalanistas sean bastante razonables, sino que sean bastante fuertes. La razón, cuando está sola, es una pordiosera que aguarda con la mano extendida. Ya se ha dicho que acertar demasiado pronto es equivocarse. El mundo se ríe de los argumentos. Ante la indignación de los "españoles" que no comprenden por qué se obstina en reclamar nuevos privilegios una provincia escandalosamente favorecida ya por el arancel, cabe replicar: "Los catalanes eran fuertes, puesto que obtuvieron esas ventajas; ahora, gracias a ellas, son doblemente fuertes, y exigirán ventajas dobles". Es la ley elemental de la vida. Ni la vida ni la muerte se hartan jamás, y hasta se devoran las dos entre sí. Por el momento hay una fusión catalanista de hombres de todas las tendencias: el "solidarismo". En un mitin solidario se vio al ateo Salmerón abrazarse con un sacerdote. Cómo los solidarios han conquistado a Maura y al rey, es un misterio. Qué negocios habrá debajo de semejante alianza, se ignora. Según la definición clásica, la política es "lo que no puede decirse". Si pasa en las cámaras el proyecto del gobierno sobre administración local, o de las célebres "mancomunidades", el separatismo ganará una buena baza y el Estado tenderá a destruirse por altos secretos de Estado. Las mancomunidades anularán el sufragio, y constituirán un maravilloso instrumento de opresión católica. Quizá sea esto lo que ha sucedido a la dinastía. Cuando un monarca se hace devoto, la nación es la que lleva el cilicio.
El ideal, o si se quiere el capricho de los catalanes, no está reñido con la disolución moderna del concepto de patria. Hemos quitado a la patria lo religioso; lo legendario con el análisis histórico; la estamos quitando con la uniformidad de las leyes lo político, y con la uniformidad de las costumbres lo pintoresco; la tierra ata cada vez menos, a medida que los productos circulan y se trasmite la energía; la fraternidad del dolor borra las fronteras entre los proletarios; las artes de la codicia, volviendo internacionales a los trusts, hacen más y más difícil la guerra, que es un mal negocio; la flor de la patria, que debe regarse con sangre, se marchita y desfallece. "La patria es donde a uno lo tratan bien", ha dicho Aristófanes, y después Séneca; y más tarde, si no lo dijeron, lo pensaron y lo piensan muchos. Pero en otro tiempo, por poco bien que le trataran a uno, peor era intentar trasladarse. Hoy nos movemos fácilmente, y cambiamos de patria. El árbol, sostenido y nutrido y sujeto por sus raíces, es un organismo patriótico. El ave, si posee alas anchas y robustas, tiene opiniones cosmopolitas. El calor de la civilización nos torna ágiles y sueltos; nos clarifica. La sociedad no es tan viscosa; el plasma humano es capaz de dividirse en pequeñas gotas. Por eso no es paradójico que debilitándose el concepto de patria, matiz que irá relegándose a la sensibilidad estética, aumente el número de patrias. Nacionalidades recientes han brotado en Centro América, en Escandinavia, en los Balcanes, y sin esfuerzo, porque el asunto va perdiendo su importancia. Y así bajaremos de fracción en fracción hasta el individuo, que en realidad es la única nación perfecta. Los catalanes acompañan las causas profundas de su destino con "epifenómenos" insignificantes. Argumentan ellos también, como si el vencedor necesitara argumentar. Se ha impreso un "compendio de la doctrina catalanista" que es de leer. El autor, enemigo de los "españoles", fue condecorado con la gran Cruz de Isabel la Católica. En el compendio se exige el separatismo porque el idioma catalán es conciso, mientras que el castellano es ampuloso; porque los catalanes tienen un pasado limpio, mientras que los "españoles" lo tienen sucio; porque lo catalán es siempre de mejor marca, de género más resistente; por ejemplo, los santos. No hay nada tan recomendable como San Paciano, San Pedro de Claver, santos catalanes. "¿Cuál es la patria de los catalanes?" El compendio responde con sencillez: "Cataluña", y esa evidencia etimológica impresiona a cualquiera. En el parlamento se declamaron algunas vulgaridades. Moret dijo que en la historia de España había muchos heroísmos. Un diputado solidario contestó: "y muchas cobardías", con lo cual se produjo un tumulto espantoso, de que se dio en seguida cuenta por telégrafo al orbe civilizado. La patria es heroica, definitivamente, y es locura discutirlo; el diputado solidario estaba convencido de ello, pero se refería a otra patria. .. No pelean de distinto modo los pilludos de Madrid. "¡Tu madre!", "¡la tuya!"...»