miércoles, 9 de octubre de 2013

Patriota y patriotismo.

A mis amigos Mikel y su tío,
que tanto saben de esto
y que tanto sufren con ello. 


Durante la dictadura del General Franco, el patriotismo tuvo la consideración de virtud o de valor casi religioso. Con posterioridad al establecimiento de la democracia parlamentaria y con la creación/conservación de la Constitución de 1978, el patriotismo deja de ser lo que fue, es decir, una referencia política y moral que los poderes del Estado magnificaban normativamente en su relación con la sociedad: «Todo por la Patria». En los últimos treinta años, ser patriota no formó parte de las finalidades y objetivos de la educación de nuestros jóvenes, ni tampoco de la educación de adultos ni de la llamada «educación para toda la vida». Si los niños no crecen y los adultos no envejecen como patriotas, esto dejó de ser así tanto para los poderes estatales como para la sociedad en general. Pero claro, no para todos los poderes ni para toda la sociedad. Ahí tenemos la impenitencia de los nacionalismos vasco, catalán y gallego. Estos no se avergüenzan, sino que presumen de su renovando patriotismo; y, además, parece que son los únicos patriotismos que no son vergonzantes para buena parte del resto de la sociedad española, que les aplaude el orgasmo.

Por mi parte, cuando me preguntan qué pienso o siento sobre las patrias, me acuerdo siempre de las palabras de aquel andaluz oriental -tan oriental que no era y era andaluz- el cual emigró a la hoy capital de Andalucía y al que le insistían en hacerse del Betis o del Sevilla. El pobre hombre, atosigado por los dos flancos, exclamó: «¡Qué patria ni patria, so cipotes, yo no tengo más patria que el coño de la mujer que amo!». Ahora bien, si hay que ponerse fino, uno también tiene sus recursos y echa mano del mejor diccionario que tengo mano. En este momento, el único que puedo consultar es el Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce, en el que pueden leerse estas dos entradas:

Patriota, s. El que considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de políticos e instrumento de conquistadores.
Patriotismo, s. Basura combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso. En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el último recurso de un pillo. Con el respeto debido a un lexicógrafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el primero.”

(Pasaje de: Bierce, Ambrose. “Diccionario del Diablo.” Feedbooks, 1911. iBooks.)