No me abandones aquí
en el centro de la arboleda
donde llueve la hojarasca
donde caen gotas de savia envenenada
donde la pestilente soledumbre
congeladora de inciertos paseos
productora de vacíos sonidos
nos hace mendigar
en el espacio abierto
en el espacio abierto
en el prado de la alameda
donde pastan intrigas y entresijos
donde cópulas sin suelo
no me abandones allí.