jueves, 5 de octubre de 2017

PLURALISMO Y EXCLUSIÓN. LA DIVERSA IZQUIERDA.

«Comprender en la política nunca significa comprender al otro (sólo el amor sin mundo "comprende" al otro), sino entender el mundo común tal como éste aparece al otro. Si hay una virtud (sabiduría) típica del político, ésta es la capacidad de ver todos los aspectos de una cosa, es decir, la capacidad de verla tal como aparece a todos los afectados.» (Hannah Arendt)
«En lugar, pues, de borrarla, la democracia muestra la dimensión de lo otro en la experiencia de la vida. ... Que el régimen totalitario porta la señal de un ataque al fundamento de la sociedad política, y que tiende a borrar lo que yo llamaba la dimensión de lo otro, tal era ya la convicción de Hannah Arendt tan fuertemente expresada en el último capítulo del Sistema totalitario.» (Claude Lefort)
«La dificultad de un análisis de la democracia moderna estriba en que revela un movimiento que se dirige a la actualización de la imagen del pueblo, del Estado, de la nación, pero necesariamente permanece contrariada por la referencia al poder como lugar vacío y por la prueba de la división social ... el análisis que esbozamos hace entrever la posibilidad de situaciones en las en las que la eficacia simbólica del sistema democrático quede anulada. ... En esas situaciones límite se efectúa una fantástica inversión de las representaciones que ofrecen el indicio de una identidad y de una unidad sociales, y se anuncia la aventura totalitaria. ... La compresión de totalitarismo puede conseguirse mejor explorando la génesis de la ideología, señalando las metamorfosis de un discurso que bajo el signo del conocimiento de lo real pretende sustraerse a los efectos de la indeterminación de lo social, dominar el principio de su institución, elevarse por encima de la división para enunciar sus condiciones, sus términos, ...» (Claude Lefort.)
Comparto este artículo del profesor Félix Ovejero, titulado «El verdadero problema catalán», donde relumbra un discurso de izquierdas crítico con la carcoma de la exclusión nacionalista. Repito, es un discurso de izquierdas, pues la izquierda también es plural y diversa: lo de «la» izquierda, resaltando el artículo con pretensiones de unicidad, es parte de la carcoma, o sea, de la voluntad de monopolio, de apropiación indebida, de exclusión del disidente. (https://elpais.com/elpais/2017/09/11/opinion/1505150101_769915.html)
¿Un discurso así, de izquerdas -con «s» del plural- lo dejarían sentarse que en las futuras mesas de diálogo, en las futuras negociones políticas que no sean solo apelaciones a la ley? ¿Hasta dónde y hasta cuándo la política como sinécdoque (la parte que se impone como un todo) será el problema? Las políticas de exclusión -que también las hay en «la» izquierda- utilizan brochas de pala muy ancha y pintan «la» mesa con los colores del diálogo, de la democracia, de la diversidad, de la identidad, de la legitimidad, de la soberanía popular, de la autodeterminación, de la ley, del pueblo, de la gente, de la nación, de la plurinacionalidad, del federalismo, y si se tercia, hasta del mismísmo dios o del mismísimo diablo.
¿Qué es, entre otras cosas, algo que viene faltando siempre en «la» mesa? Pues viene faltando una razón crítica de izquierdas que decape la falsa pintura y ponga a la vista de todos la carcoma oligárquica y excluyente que come a costa de muchos en una mesa que algunos toman por «su» exclusiva mesa. ¿Por qué, cuando en una mesa sobre «el problema» alguien menciona la igualdad, la justicia y la libertad «transnacionales» entonces «la» derecha, «la» izquierda y «la» hiperizquierda se vuelven reaccionarias y muy comprensivas con los nacionalismos en cuestión? ¿Por qué cuestionarse los nacionalismos no es de izquierdas? Resulta que algunos, entre los que me cuento, pensamos que si la democracia ilustrada ha de ampliarse en sus principios radicales, entonces habrá de desprenderse cada vez más de todo resto de «nación» y crear instituciones políticas de mayor alcance. Porque incluso una Europa de la regiones no casa bien con una Europa de las naciones.
El ideal ilustrado -una razón de universalidad no excluyente- no debe ser utilzado contra el genuino proceso, el «procés» de ilustración. La diversidad no se debe utilizar para destruir la diversidad, la pluralidad no está para revocar el pluralismo. La identidad no debe destruir la subjetividad singular y autónoma de los ciudadanos. La ilustración es un saber en proceso histórico, y por su historicidad es un saber que no ha de olvidar nunca que la sevidumbre tiene muchos rostros, incluso el rostro de la liberación, sea nacional o popular. En efecto, lo reaccionario pasa desapercibido bajo el manto sublime de lo progresista.
¿Y qué es ilustración? Atreverse a dudar, a vivir en y por la incierta libertad. La suya, la que se adueña de la mía, guárdesela. Porque cuando habla de «su» autodeterminación y casi nunca de justicia e igualdad, entonces - desde la frágil libertad- me echo a dudar. Y me pregunto: ¿Me querrá siervo con nombre de señor?
(tvb)