sábado, 12 de enero de 2019

IMPOSIBLE ESCRITURA

Comparto dos poemas para rendir tributo -y gratitud- a quienes han establecido un vínculo inexorable entre la escritura y su propia persona. Homenaje a su descomunal esfuerzo de pluma, con que se entregan al imposible hacer, al imposible hallazgo, en su incesante búsqueda de la palabra. Fuertes abrazos y feliz sábado. 

  1. De María I. Saavedra- La ciudad etérea (2018).
¡Qué esta vastedad
Contenida en un solo latido
residuo de un sueño!

Algo tan pequeño y dilatado
como cuando el Uni-verso

Quizás se trate solo de aquel
genio maligno del analista,
de algún poeta o de mí misma

Que siempre me interpela
con esa -punzante- especie
de análisis interminable

¡No consuma! ¡Solo expira!
¡Pero no concluye como el deseo!
¡Que no hace metáfora como -si-
la misma sombra!

(María I. Saavedra)



        II. De Manuel Emilio Castillo, Desierto, Ed. Vitruvio, 2018. 


ANTE LA NADA

Ante todo,
me siento muy cerca de ti.

Aguardaré las palabras hasta que lleguen,
el oficio del esmero,
endemoniado o sublime.

Voy de regreso,
hacia lo más remoto,
bajo ese parpadeo
de astros sin universo.

Busco a un Poeta.
Voy a cruzar el vacío que nos une,
a asumir un miedo desconocido,
a perpetuar el concierto de la luz. 

(Manuel Emilio Castillo)


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Nota: El primer poema me lo etiquetó en Facebook Maria Isabel Saavedra. El segundo me llegó con el envío que el autor, Manuel Emilio Castillo, me ha hecho de su último libro titulado Desierto. Élla y él grandes poetas. La imagen de la fotografía (cianotipia) de mi gran amiga Encarna García Cabrero, que con su cómplice generosidad contribuyó a un hermoso regalo que me hicieron mis tres hijos el pasado día de Reyes Magos. Estupendas dádivas. Emoción agradecida de un padre, de un amigo, hacia los seis.