Todo el problema de la moral política española es un problema de responsabilidad y nada más. Para eludir ésta y no para otra cosa suele suspenderse las garantías constitucionales. Y el Parlamento, que es el que debía exigir las responsabilidades, es lo más infecto que moralmente cabe. Allí se contentan los representantes del pueblo con que se les conteste; jamás exigen que se les responda. Ni lo lograrían si lo exigiesen.
(Miguel de Unamuno, La irresponsabilidad del poder)