- ¿Adónde vas, amigo?
- A las rebajas, ¡que todo lo quieres saber!
- ¿A las del Corte?
- No, a las del recorte democrático.
- ¿Cuáles son esas? No las he visto "anunciás" en ningún sitio.
- ¡Ay, amigo! Mira, son las rebajas que siguen a las revoluciones y que provocan entre sus fieles un fatal desencanto político, pero antes de que se produzcan tienen también su anticipo.
- ¿Cómo dices?
- Que sí, a ver si te enteras: tiene lugar, durante la efervescencia revolucionaria, un latrocinio ideológico que consuman algunos intelectuales de esos que forman parte del glamoroso club de "les savants".
- ¡Joder! ¿Qué me dices?
- Sí, como te lo digo. Y además, una gran parte de ellos ven el espectáculo aupados en los dorados sillones que les proporcionan sus "puissantes" medios de comunicación. En estos se leen o se oyen a sí mismos cada mañana y tienen la "nerónica" sensación de que están dictando, en cierto modo, la agenda política del mundo. De verdad, son como Nerón.
- ¿Y cómo sabe uno cuándo se está ante uno de esos?
- Hombre, no es ni muy fácil ni muy difícil. Ahora bien, hay algo que resalta en el contenido de sus palabras: más que de la realidad, escriben o hablan contra otras interpretaciones de la misma, a la vez que se cuidan mucho de dejar claro cuál debe ser la única lectura democrática del acontecimiento en cuestión. Y la mayoría de las veces, no lo olvides, insisten en recordarnos el deber del laicismo, eso sí, tal como ellos lo entienden.
- ¡Cojones! Pues vaya con estos laicos.
- Claro, por eso, una vez que hemos salido de la religión, comienza la tarea de secularizar el laicismo.
- Hay que ver, se te ha "metío" en la cabeza que hay que pensar, cuando bien sabes que eso no trae "na" bueno. ¡Al tiempo, amigo! Y quien avisa no es traidor.