En un reportaje, realizado en un importante diario de tirada nacional (española), puede leerse lo siguiente: Sobre las peticiones de que condenen o rechacen los asesinatos y la violencia cometidos por ETA en el pasado, Etxeberria ha asegurado que el País Vasco "no va a tener más brotes de violencia, no va a conocer más situaciones de violencia. El compromiso que la izquierda abertzale adopta es ese y no más".
Está claro, salvo para el que quiera tenerlo oscuro o más claro todavía, ya ha llegado la hora de poner a prueba, en algunos, ese deber de memoria que tanto les gusta blandir cuando se trata de otros pasados. En efecto, para algunos el pasado no incluye ese intervalo de tiempo que va desde el primer asesinato de ETA hasta el último, incluidas sus otras formas de criminalidad y las de sus cómplices. Ciertamente, si tal como se ha dicho -por activa y por pasiva; antes, durante y después del parto de los montes, y nunca mejor dicho lo de los montes-, la reconciliación y reconstrucción del País Vasco pasa necesariamente por la tríada “memoria-verdad-justicia” (con la obligada interdependencia de sus tres componentes), entonces si falla o falta la memoria, no hay ni sociedad vasca ni española que valgan, ni patrias que lo digan, ni democracia que se precie. Aún así, seremos testigos de la forma en que a esos algunos se les ponen los ojos haciendo chiribitas en el momento que graznan los cuervos. Y es que, cuando se trata de los demás, de los que están de más porque no son córvidos, entonces esos algunos siguen el principio según el cual “comiendo el gallo, la gallina que escarbe”. Y también está muy claro quién es gallo y quién es de las otras clases de ave.
¡Ave Cesar, los que murieron y los heridos todavía no pueden saludarte!