- No sabes de la misa la mitad.
- No. Saber de qué va la misa, sí que lo sé.
- No tienes ni idea de lo que estás hablando.
- Ideas sí que tengo, lo que no poseo es tu conocimiento de intríngulis ni la cercanía a los confidentes que te lo proporcionan. Pero, por cierto, ¿cómo es que conociendo tanto como conoces, teniendo a tu alcance tanta información y codeándote con quien te codeas, sin embargo, sabes tan poco? Porque, digo yo, ¿cómo es que tu discurso resulta, a fin de cuentas, tan paupérrimo?
- ¿Paupérrimo?
- Sí. Que conoces mucho, pero no sabes nada. Y por supuesto, no haces nada para que los demás conozcamos lo que tú conoces. ¡Paradojas de la igualdad! Pues quieres que seamos ignorantes, o sea, como eres tú.