Cuando llega la hora en que hay que desobedecer al desobediente, o sea, desobedecer a la desobediencia oficial o instituida, entonces el valiente «homo sapiens» (tan «erectus» él, subido al balcón o saltando en medio de la plaza) comienza a encogerse y a convertirse en el sapiente hombre de la prudencia y de la responsabilidad. En realidad, no es nada prudente ni responsable, solo que ahora obedece una voz interior que le conmina a seguir interesadas evasivas de evitación, a no meterse en jaleos y a pasar de largo sin pisar los charcos.
Cuando se trata de presentar cara, desobedeciendo a la autoritaria desobediencia, en esos momentos, las llamadas al retraimiento y a que reculemos se hacen mucho más intensas que cuando alguien intenta disuadirnos para que no desobedezcamos a la autoridad normal, a la que solo lo es por obediencia. En esos momentos, vuelven a escucharse -acompañadas con redobles de tambor- aquellas expresiones que apelan al cuidado y advierten de graves peligros: «No te pilles los dedos; no vayas a salir escaldado; no meterse en camisa de once varas; y qué necesidad hay de eso; no vaya a ser que saliendo a por lana vuelvas trasquilado; deja la fiesta en paz; a ti no te han dado vela en ese entierro; hay que nadar y guarda la ropa; juega sin descubrir tus cartas; en boca callada no entran moscas; no entres al trapo; hay que morderse la lengua; tú a lo tuyo, etc.».
¿Les suenan estas advertencias? Pues no las olviden si les llegan esas ocasiones en que nos las decimos o nos las dicen para convencernos de que no nos trae cuenta desobedecer al desobediente. Piensen en la condición ética del ser humano. Recuerden la sentencia de Protágoras según la cual el hombre es la medida de todas las cosas. Y pregúntense: ¿también lo es de sí mismo? Si por un momento llegan a pensar que el hombre es un mito para el hombre, entonces, tal vez pensarán que no está todo perdido.
PD. Si leen el libro de las fotografías, les parecerá mejor libro cuando las razones que ahí se dan para desobedecer también se aplican en esos casos que he comentado más arriba. Y si creen que les lleva a una paradoja irresoluble, por la cual debemos obedecer siempre al astuto y falso desobediente, entonces, acudan a buenos libros de lógica y verán cómo hay otras salidas.
(tvb)