martes, 18 de enero de 2011

Para "caminar" por un texto (parcialidad y progreso) 4

El valor de la libertad, interpretada como libertad de la personalidad y como compromiso racional respecto al valor de todos los dotados de razón, funciona de rasero para medir las aseveraciones de las varias historias y define la aproximación a ellas. La parcialidad a favor de la libertad, si se le priva de la imagen de la “historia en marcha”, de la “ordenación” de culturas o del argumento del “a pesar de”, acaba por convertirse en parcialidad a favor de los que han sido, y son, privados de libertad. Se trata de una parcialidad a favor de los que más han sufrido. Y cuando la teoría de la historia llega a este extremo, no opera ya ninguna selección: es parcial a favor de cualquier tipo de sufrimiento. Una vez que se asume esta posición, las historias vuelven a ser igualmente cercanas a la humanidad. (….).

En consecuencia, aunque yo me niegue a reconocer cualquier progreso real en la sociedad moderna, me considero autorizada para decir que sí hay progreso en ella, en el sentido de que ha dado lugar a la idea de progreso como valor, como idea regulativa, tanto en su acepción teórica como práctica. La voluntad de crear progreso es progreso. La idea de progreso y la voluntad de crearlo son realidades, puesto que existen; existen ahora y aquí y representan una ganancia. Si la idea de progreso se concibiese según el espíritu de la norma de la “ganancia sin pérdidas”, se convertiría ella misma en una ganancia sin pérdidas. Así es, o debería ser, en efecto, una auténtica teoría socialista. Se niega a comparar lo inconmensurable, a decidir si esta o aquella ganancia o pérdida en particular es más o menos importante. Su idea del progreso es la de la ganancia sin pérdidas a cambio, porque se niega a usar a los seres humanos como meros instrumentos. Tal aproximación puede pretender que, si se acepta como teoría de las actuaciones sociales, su aceptación constituiría, pos sí sola, una ganancia sin pérdidas.
Desde el punto de vista de la teoría de la historia, el progreso no se acepta como un hecho, pero tampoco se le considera una ilusión. Se trata de una idea y, por tanto, de una realidad. Pero en el momento en el que la idea de progreso implica el reconocimiento del progreso como un hecho, se hace ambigua, porque conlleva una contradicción moral al consentir la utilización de otros seres humanos como meros instrumentos. Se trata de una ganancia que no excluye pérdidas y, por tanto, condicionada. La misma idea de progreso puede convertirse incondicionalmente en una ganancia de hecho, sólo si se resuelve tal contradicción moral. Pero, naturalmente, nadie puede saber si la contradicción la van a resolver todos lo que intentan crear progreso. Pero todos los que aceptan este concepto y norma de progreso, se comprometen ya a intentar su solución.

(Agnes Heller, Teoría de la Historia)


[La marea del paso de los días, de esa muerte y renovación de los problemas eternos del(os) ser(es) humano(s), nos devuelve obras y textos a los que vemos redoblarse en su fuerza significativa, pero pudiendo cambiar de signo, y redirigiendo nuestro pensar e incluso nuestro vivir. De este modo vamos percibiendo las múltiples aristas de nuestra compleja vida en común, aunque sea violentando el contexto textual. Así ocurre con estos extractos en los que, respectivamente, pueden adoptar una nueva dimensión dos cuestiones referidas a sendos problemas recurrentes: “terrorismo” (la parcialidad compasiva con riesgo de una posible degradación hacia la óptica equidistante que iguala el sufrimiento de la víctima con el del verdugo) y “crisis” (el “progreso” reconvertido en un valor frente a su forma factual). Sea, si así se evitase o fuere. Sea, a fin de cuentas, pensado].