martes, 10 de mayo de 2011

9 de mayo, día de Europa. ¿De qué Europa?

El reconocimiento recíproco de los pueblos, inseparable de un reconocimiento recíproco de las violencias que han podido infringirse en el pasado, aparece como condición previa y obligada de un reconocimiento común de las normas, reglas y principios llamados a regir sus relaciones mutuas. La autorreflexión de la memoria, emprendiendo una relación crítica con el propio pasado, se transforma en el sostén del orden jurídico y le procura, por decirlo así, su sustancia ética. Existe una reconciliación de los pueblos de la cual el interés político resulta claro. Su procedimiento sustancial consiste en un proceso autocrítico que dispone a las naciones a un reconocimiento público de violencias recíprocas. De esta manera se accede a la estructura de un reconocimiento de sí en el otro, un reconocimiento que integra el punto de vista del otro; y así se puede formar algo como una memoria histórica compartida. Aquí, la dialéctica del reconocimiento recíproco pasa por una ética reconstructiva, tanto para las identidades nacionales como para las relaciones internacionales. Un proceso tal se desarrolla en las antípodas del modo clásicamente autocentrado de la gestión narcisista y auto-apologética de las memorias nacionales, es decir, del modo nacionalista de reproducción de las comunidades morales.

(Jean-Marc Ferry, L’Europe, L’Amérique et le monde)

[Por desgracia, ¿cuánto de lo dicho en este texto se habrá llevado por delante la crisis y lo que no es la crisis? ¿Ha sido adoptada, al margen de guiños retóricos muy puntuales, esta perspectiva anamnética como referente primordial de nuestro sistema educativo?]