Frente a
mí la imagen
la visión cambiante del paso sucesivo
de los años, la noche
entre las
líneas suaves del alcohol
o abruptas,
y este
miedo
que
serenamente penetra como aspirar oxígeno,
y este
perfecto desarraigo de saberse sin resaca
testimoniando
que fuimos
nosotros,
quienes
ceñidos
a una cintura paseamos
por estas
calles,
quienes
agradecidos contemplamos las obras
de arte,
los edificios,
las
ciudades que existen y las otras
construidas
bajo la lucidez,
desconcertados.
Sentir
calladamente externo que nada
queda.
Apurando
tembloroso los vasos.
Perder el
tiempo
y ganar la vida.
(Juan Enrique Espinosa)