miércoles, 7 de noviembre de 2012

¡Qué cuerpo!

Y 3. Corpus económico. Me pregunto por la clase de conciencia que se ha ido forjado una persona dedicada a la política y que manifiesta tener estudios superiores de Farmacia, pero sin acabar, al tiempo que reconoce no saber nada de contabilidad financiera. Y todo esto lo dice cuando un juez le pregunta por sus decisiones en el seno del comité de control de un banco o caja en el que ha sido consejera, claro es, por obra y gracia de su partido político. ¿Qué conciencia tienen esos dirigentes de los partidos, los militantes de las agrupaciones locales de esos partidos, esos votantes de esos partidos? ¿Será una conciencia económica especial para un cuerpo también especialmente económico? 

¡Hay que tener cuerpo para incorporar o dejarse o dejar incorporar de esas maneras! Pero, sobre todo, para que se den esas incorporaciones, es necesario y terrible que haya un corpus social, tan vivamente muerto, que huela a corrupto como solo huele un cuerpo en descomposición ¡Qué cuerpo!