jueves, 8 de noviembre de 2012

Y 4. Ja s'ha acabat el partit?

En los últimos días, distintos intelectuales han firmado tres comunicados tres en los que dan respuesta al envite independentista que en las últimas semanas viene llevando a cabo el nacionalismo catalán, con Artur Mas al frente del mismo. Si bien algunos de los intelectuales aparece en más de una de las listas de firmantes, no es difícil percatarse de la diferente razón política que está detrás o delante de cada uno de los textos. Tanto es así, que un articulista -escritor a lo largo de los años en sucesivos diarios de prensa nada afines entre sí ideológicamente- haya tardado poco en resaltarlo y en tomar posición respecto de los manifiestos. Aunque pueda parecerlo, todos los gatos no son pardos por muy de noche que sea. Guste o no, la división es inherente a la institución política de la sociedad, incluso hasta para oponerse a un mismo objetivo. Algo que, por desgracia, se olvida muy a menudo cuando la vida la sobrellevamos más con luces de noche que con los rayos de luz diurna.

Pero no se crea nadie que Artur Mas ha renunciado a predicar su sofística y, a la vez, mitológica teología política. Que el discurso de Mas, así como el de sus camaradas del nacionalismo, sea una encarnación más de la sofística, es algo que ha quedado mostrado de forma magnífica en un excelente artículo de opinión titulado ¿"Quo vadis", Artur Mas? . Que a su vez sea mitológico, lo manifiesta la estructural ecuación que existe entre identidad nacional y mito. Además, tiene todas las trazas de un vieja voluntad política, pero no de aquella teología política de corte crítico que levanta ampollas al Opus Dei, sino de esa que se ocupa propagar la identidad con el Uno. ¿Nos acordamos de aquel Totus tuus que un Papa de la Iglesia Católica eligió como lema de su pontificado y que, sin embargo, los fieles de cada país que él visitaba convirtieron en un locución aclamadora? Pues eso es precisamente lo que se va buscando cuando, frente a los comunicados de respuesta al proyecto independentista, Artur Mas habla con pose reactiva de "mayoría excepcional", de tener "el pueblo a mi lado", de si esto "no lo para ni tribunales ni constituciones",  de si "irán a por mí", etc. Y se busca a través de esa estrategia de personificar la política: "Tots amb el President¡". El todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno, el todo y el Uno. He ahí el decálogo de un fuste antidemocrático, por mucho que digan que se trata de democracia, a lo nacionalista, claro.

¿Parará o no parará la reactivación del envite? ¿Se acabará el partido alguna vez? Pues me da a mí el olor de que por ahora no, y que a más tiempo de Mas, y de otros más Mas que Mas, el partit no s'ha acabat i no finalitzarà. ¿Por qué? Porque cuando la constitutiva división de la sociedad política es vivida e institucionalizada en clave de prístina identidad nacional, esta se adhiere te tal modo y con tal fuerza que parece ser la división misma, es decir, la madre de toda política. Es así como la nodriza se convierte ama.