martes, 18 de marzo de 2014

LA VIRTUD DE LA DEMOCRACIA


En mi modesta opinión, hay dos figuras -no solo estas, claro- que aún no han sido suficientemente pensadas en su potencialidad democrática: la del «héroe» y la del «genio». Resintonizarlas, en clave de una ética democrática, tal vez ayudase a continuar indagando lo que la democracia tiene como régimen de la virtud, como régimen aristocrático y creativo contra la aristocracia y, de paso, contra los «mass media» de la cobarde y perezosa media. La media de un narcisismo en el que los más nos ahogamos en los típicos tópicos de los topos. La media de una chillería con la que nos volvemos mudos y sordos para palabras valientes y valiosas, para las palabras graves, para las palabras con humor, el humor del héroe y del genio democrático. 

Aún estamos en pañales y, sin embargo, nos creemos vestidos de largo en medio de la plaza. La isegoría está por construir.

Nota bibliográfica.
Para empezar a vestirse, acudir al magnífico fondo de armario que es:

Aurelio Arteta. La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral. Valencia: Pre-Textos, 2002.