jueves, 6 de marzo de 2014

Habitar y Morir: justicia y poesía.

LUIS VILLORO y LEOPOLDO MARÍA PANERO: Descansen en paz.


«¡VAE VICTIS!» (¡Ay de los vencidos!) -Reyes Mate-

«Luis Villoro, por ejemplo, quizá el filósofo político hispanohablante más notable en la actualidad, contrapone dos planteamientos contemporáneos de la justicia. Por un lado, un tipo de teorías que "suelen partir de la idea de un consenso racional entre sujetos iguales, que se relacionan entre sí, en términos que reproducen los rasgos que tendría una democracia ordenada"; (6) y, por otro, un tipo de teoría que "en lugar de partir del consenso para fundar la justicia, parten de su ausencia; en vez de pasar de la determinación de principios universales de justicia a su realización en una sociedad específica, partir de la percepción de la injusticia real para proyectar lo que podría remediarla" (7). ... La reflexión sobre la justicia, en este contexto, no podría darse en clave de consenso, pues faltan las condiciones sociales y políticas para un lenguaje común, sino de muda interpelación desde la experiencia de injusticia. El que sufre la injusticia no plantea consensos, sino que exige respuestas.

(6) L. Villoro, 2007, Los retos de la sociedad por venir, FCE, México, 15.
(7) Ibíd., 16. »

(Reyes MATE. Tratado de la injusticia. Barcelona: Anthropos, 2011. pp. 16; 29.)


«IMAGINACIÓN POÉTICA Y LOCURA» (1886) –Dilthey-

«Al poeta lo distinguen por lo pronto la abigarrada riqueza de imágenes. Se aferran en su memoria. (…) Sus imágenes están colmadas de la fuerza excitante de los sentimientos y afectos. Se desarrollan en base de un interés independiente en ellas. Para el hombre ordinario las percepciones son signos de algo que en el cálculo de sus intenciones ocupa un lugar determinado; el genio artístico en cambio se parece a un viajero que se entrega a los paisajes de un país extraño, sin intenciones, sin cálculo, con plena libertad. Un oscuro impulso lo impele a absorber toda la riqueza de la vida con todos los órganos. (…) Los grandes poetas creadores no eran ociosos espectadores de la vida, sino que han actuado en todas sus comedias y tragedias.  (…) De las sombras difusas casi incoloras en las mentes abstractas asciende una serie de grados hacia las figuras definidamente trazadas, enérgicamente coloreadas y proyectadas al espacio sensorial: en la cumbre aparece el artista, el poeta. Sus figuras se desplazan frente a él y él percibe sus voces. Sus penas y sus dolores, su destino le resultan realidad. (…)
Y Goethe le manifestó a Schiller que lo asustaba la sola idea de componer una verdadera tragedia, y que casi estaba convencido que el intento lo destruiría.»

(Wilhelm DILTHEY. Poética. Buenos Aires: Losada, 2007. Pp. 302ss)