miércoles, 9 de noviembre de 2016

DE POLÍTICA CAPRINA.

Esta mañana, me dice un amigo del alma:

«La condición necesaria, y ojalá que no suficiente, para que en cada país gobiernen las legiones, es que antes pongan de “comandante en jefe” a las respectivas mascotas legionarias, es decir, a la correspondiente cabra o carnero. Y por lo que se va viendo en algunos rebaños, cada día se llevan más los pelos caprinos que ofertan los populismos en sus ferias de las variedades.»

Y yo, que andaba desde muy temprano metido en cuestiones de «teodicea», le expresé mi acuerdo con él:

«Cuando nos tomamos a la ligera el mal en potencia, somos ciegos para prevenir la potencia del mal, esa que siempre ejercen los que se tienen a sí mismos por el Bien Absoluto, puro y sin mácula. La elección de un impostor del Bien, supone un proceso de identificación piramidal con ese purísimo carnero del Bien».


(tvb)