Diseñar instituciones que sean realmente populares, pero que a su vez sean deliberativas y estén dotadas de razonabilidad, es obviamente el objetivo primario de la democracia fuerte. En cualquier caso, no existe una forma segura de evitar que un pueblo que intente renunciar a su libertad termine haciéndolo. Obstáculos institucionales como la separación de poderes pueden permitir un final más placentero y menos doloroso, pero las trabas externas no pueden al final impedir la autodestrucción de una sociedad. La necesidad se reduce más bien a la creación de una comunidad de ciudadanos que considere la preservación de la autonomía como algo incluso más sagrado que su ejercicio y que, por lo tanto, nunca la sacrifique frente a éste.
(Benjamin Barber, Democracia fuerte. Política participativa para una nueva época)
[A la luz de las “victorias” de Bildu, tanto en los procesos jurídicos como en los procesos electorales, ¿se puede concluir que gozamos, en el alto grado que se debiera, de las instituciones y de la comunidad de ciudadanos de las que habla Barber? O, por el contrario, ¿apuntan esos hechos a que, de forma nada escandalosa, pero sí inexorable, se producirá una singular autodestrucción de la sociedad y del sistema democrático? ¿El resultado será otro tipo de sociedad y otro tipo de régimen, aunque a se los denomine democráticos?
Por otro lado, ¿qué puede significar que las reivindicaciones realizadas por el movimiento 15-M no hagan referencia alguna a la desaparición de ETA como condición necesaria e imprescindible para una “democracia real ya”? ¿Acaso la participación de Bildu en las elecciones -que incluye un grupo de personas que no han condenado nunca, pero sí apoyaron, los crímenes cometidos por ETA en el pasado, ni tampoco se comprometen a acción reparadora alguna en el futuro- acaso, pregunto, es indiferente para el contenido de una “democracia real ya”?
Porque, contrariamente a lo predicado por un locutor-sacerdote, no es el independentismo como pensamiento ni como aspiración lo que hace antidemocrático el proceder de la izquierda abertzale, sino la exclusión que conlleva la práctica del mismo en aquellos municipios e instituciones en los que esta tiene presencia determinante. ¿Esta izquierda abertzale no está afectada de crisis de representación? ¡Parodia esta de política, esperpento de contestación y banal manipulación de medios de comunicación! ¿Muy radical la perspectiva? Bueno, de eso se trata, de democraica radical, ¿no? ¡Ah!, perdón, pues hablaban de democracia real.]