¿Qué decimos cuando decimos "víctima"?
Para el psicoanálisis no existe la "categoría" de la víctima. Sólo existe como elemento del "fantasma" de cada uno. "Fantasma" es el modo como cada uno construye la realidad, su modo de verla y vivirla. Recuerdo, por ejemplo, leer en Víctor Frankl sobre gente que no se victimizaba a sí misma ni en los mismos campos. Uno puede, desde los estamentos del Derecho, decir: son víctimas; pero las cuentas de cada uno con cada otro corren por otras vías. Los odios, las venganzas, los desprecios, los dolores de las traiciones. Los amores secretos, los goces inconfesables. Todo eso agujerea las líneas ideales y binarias por todas partes. Todas las corrupciones y los peores goces (satisfacciones) son concebibles entre las víctimas de cualquier poder ominoso, como lo son entre quienes encarnan ese poder. Y lo contrario; también lo mejor aparece en cualquier parte de las redes invisibles. Entre sujetos, incalculable. Para el psicoanálisis no hay víctimas, hay, eso sí, sujetos del inconsciente. Lo que no pase por ahí, por los modos de goce de cada quien, impide decir "hay víctimas".
(Laura Arias)
[En los próximos tiempos, el modo en que finalice ETA, y su aceptación, pondrá a prueba no sólo el concepto de memoria histórica, sino también la categoría de "víctima". En efecto, incluso desde instituciones y organismos “victimológicos” ya se comienza a distinguir entre víctimas asociadas y víctimas al margen del asociacionismo. La pluralidad de víctimas, y el comportamiento sorprendente de alguna de estas, son utilizados cada vez más como elemento "argumentativo" (¿?) en la lucha política. Toda reflexión, pues, que nos recuerde la condición humana de las víctimas vendrá como agua de mayo. ¿Sabremos pensar todo esto desde una coherente concepción democrática de la memoria y la justicia?]