lunes, 27 de junio de 2011

Para caminar por un texto 8: el deber de olvidar y... de recordar.

Es notable que en las formulaciones de "segunda gene­ración" de Michelet el foco de la atención siempre sea la exhumación de hechos y de personas que estaban en peligro de caer en el olvido. No ve ninguna necesidad de pensar en "olvidar". Pero cuando, en 1882 —más de un siglo después de la Declaración de Independencia de Filadelfia, y ocho años después de la muerte del pro­pio Michelet— Renán publicó su obra Qu'est-ce qu'une nation?, fue precisamente la necesidad de olvidar la que le preocupó. Consideremos, por ejemplo, la formula­ción ya citada:
Or, l'essence d'une nation est que tous les indívidus aient beaucoup de choses en commun et aussi que tous aient ou-blié bien des choses [...]. Tout citoyen francais doit avoir ou-blié la Saint-Barthélemy, les masacres du Midi au xnie siécle.
(Ahora bien, la esencia de una nación está en que todos los indi­viduos tengan muchas cosas en común y también que todos hayan olvidado muchas cosas […] Todo ciudadano francés debe haber olvidado la noche de San Bartolomé, las matanzas del Mediodía en el siglo XIII.)

A primera vista, estas dos frases pueden parecer direc­tas. Y sin embargo, unos momentos de reflexión reve­lan lo extrañas que en realidad son. Nótese, por ejemplo, que Renán no vio ninguna razón para explicar a sus lectores lo que significaba "la Saint-Barthélemy" o "les massacres du Midi au XIII siécle". Y sin embargo, ¿quién si no los "franceses", por decirlo así, habría comprendi­do al mismo tiempo que "la Saint-Barthélemy" se refe­ría al feroz pogrom antihugonote lanzado el 24 de agosto de 1572 por Carlos IX, rey de la dinastía Valois, y su ma­dre, que era florentina; o que "les massacres du Midi" aludían a la exterminación de los albigenses en toda la extensa zona situada entre los Pirineos y el sur de los Al­pes, matanza instigada por Inocencio III, uno de los más culpables de toda una larga línea de papas culpables? Y Renán tampoco encontró nada extraño en suponer unas "memorias" en las cabezas de sus lectores, aun cuando los propios acontecimientos ocurrieron 300 y 600 años antes. Nos llama la atención la sintaxis perentoria de doit avoir oublié (y no doit oublier) - "debe haber olvida­do" lo que sugiere, en el ominoso tono de los códigos de ingresos y las leyes de la conscripción militar, que "debe haber olvidado" tragedias antiguas es uno de los primeros deberes cívicos contemporáneos. De hecho, se estaba diciendo a los lectores de Renán que "habían olvidado ya" lo que las propias palabras de Renán su­ponían que ellos, con toda naturalidad, recordaban.
¿Cómo hemos de dar sentido a esta paradoja? Empe­cemos observando que el singular nombre francés "la Saint-Barthélemy" incluía a los asesinos y a los asesina­dos, es decir, a aquellos católicos y protestantes que desempeñaron un papel local en la vasta e impía Gue­rra Santa que azotó el centro y el norte de Europa en el siglo XVI, y que ciertamente no se sentían cómodos como "franceses" unos y otros. De manera similar, las "matanzas del Midi en el siglo XIII" confunde a las vícti­mas con los asesinos no nombrados tras la pura pala­bra francesa "Midi". Huelga recordar a sus lectores que la mayor parte de los albigenses asesinados hablaba provenzal o catalán, y que sus asesinos procedían de muchas partes distintas de la Europa occidental. El efecto de esta tropología consiste en figurarse episo­dios en los colosales conflictos religiosos de la Europa medieval y principios de la época moderna, como una guerra tranquilizadoramente fratricida entre -¿quié­nes más?- conciudadanos franceses. Ya que podemos con­fiar en que, librada a sí misma, la abrumadora mayoría de los contemporáneos franceses de Renán nunca ha­bía oído hablar de "la Saint-Barthélemy" o de "les mas­sacres du Midi", cobramos conciencia de una campaña historiográfica sistemática, lanzada por el Estado sobre todo por medio del sistema escolar estatal, para "recor­dar" a todos los jóvenes franceses una serie de antiguas matanzas que hoy aparecen inscritas como "historia de familia". Tener que "haber olvidado ya" unas tragedias que nos tienen que "recordar" incesantemente es un re­curso característico en la construcción ulterior de las ge­nealogías nacionales. (Resulta instructivo que Renán no diga que cada ciudadano francés "debe haber olvida­do" la comuna de París. En 1882, su recuerdo aún era real y no mítico, y lo bastante doloroso para que se difi­cultara leerlo bajo el signo de "tranquilizadoramente fratricida".)

(Benedict Anderson, Comunidades imaginadas)