Es notable que en las formulaciones de "segunda generación" de Michelet el foco de la atención siempre sea la exhumación de hechos y de personas que estaban en peligro de caer en el olvido. No ve ninguna necesidad de pensar en "olvidar". Pero cuando, en 1882 —más de un siglo después de la Declaración de Independencia de Filadelfia, y ocho años después de la muerte del propio Michelet— Renán publicó su obra Qu'est-ce qu'une nation?, fue precisamente la necesidad de olvidar la que le preocupó. Consideremos, por ejemplo, la formulación ya citada:
Or, l'essence d'une nation est que tous les indívidus aient beaucoup de choses en commun et aussi que tous aient ou-blié bien des choses [...]. Tout citoyen francais doit avoir ou-blié la Saint-Barthélemy , les masacres du Midi au xnie siécle.
(Ahora bien, la esencia de una nación está en que todos los individuos tengan muchas cosas en común y también que todos hayan olvidado muchas cosas […] Todo ciudadano francés debe haber olvidado la noche de San Bartolomé, las matanzas del Mediodía en el siglo XIII.)
A primera vista, estas dos frases pueden parecer directas. Y sin embargo, unos momentos de reflexión revelan lo extrañas que en realidad son. Nótese, por ejemplo, que Renán no vio ninguna razón para explicar a sus lectores lo que significaba "la Saint-Barthélemy " o "les massacres du Midi au XIII siécle". Y sin embargo, ¿quién si no los "franceses", por decirlo así, habría comprendido al mismo tiempo que "la Saint-Barthélemy " se refería al feroz pogrom antihugonote lanzado el 24 de agosto de 1572 por Carlos IX, rey de la dinastía Valois, y su madre, que era florentina; o que "les massacres du Midi" aludían a la exterminación de los albigenses en toda la extensa zona situada entre los Pirineos y el sur de los Alpes, matanza instigada por Inocencio III, uno de los más culpables de toda una larga línea de papas culpables? Y Renán tampoco encontró nada extraño en suponer unas "memorias" en las cabezas de sus lectores, aun cuando los propios acontecimientos ocurrieron 300 y 600 años antes. Nos llama la atención la sintaxis perentoria de doit avoir oublié (y no doit oublier) - "debe haber olvidado" lo que sugiere, en el ominoso tono de los códigos de ingresos y las leyes de la conscripción militar, que "debe haber olvidado" tragedias antiguas es uno de los primeros deberes cívicos contemporáneos. De hecho, se estaba diciendo a los lectores de Renán que "habían olvidado ya" lo que las propias palabras de Renán suponían que ellos, con toda naturalidad, recordaban.
¿Cómo hemos de dar sentido a esta paradoja? Empecemos observando que el singular nombre francés "la Saint-Barthélemy " incluía a los asesinos y a los asesinados, es decir, a aquellos católicos y protestantes que desempeñaron un papel local en la vasta e impía Guerra Santa que azotó el centro y el norte de Europa en el siglo XVI, y que ciertamente no se sentían cómodos como "franceses" unos y otros. De manera similar, las "matanzas del Midi en el siglo XIII" confunde a las víctimas con los asesinos no nombrados tras la pura palabra francesa "Midi". Huelga recordar a sus lectores que la mayor parte de los albigenses asesinados hablaba provenzal o catalán, y que sus asesinos procedían de muchas partes distintas de la Europa occidental. El efecto de esta tropología consiste en figurarse episodios en los colosales conflictos religiosos de la Europa medieval y principios de la época moderna, como una guerra tranquilizadoramente fratricida entre -¿quiénes más?- conciudadanos franceses. Ya que podemos confiar en que, librada a sí misma, la abrumadora mayoría de los contemporáneos franceses de Renán nunca había oído hablar de "la Saint-Barthélemy " o de "les massacres du Midi", cobramos conciencia de una campaña historiográfica sistemática, lanzada por el Estado sobre todo por medio del sistema escolar estatal, para "recordar" a todos los jóvenes franceses una serie de antiguas matanzas que hoy aparecen inscritas como "historia de familia". Tener que "haber olvidado ya" unas tragedias que nos tienen que "recordar" incesantemente es un recurso característico en la construcción ulterior de las genealogías nacionales. (Resulta instructivo que Renán no diga que cada ciudadano francés "debe haber olvidado" la comuna de París. En 1882, su recuerdo aún era real y no mítico, y lo bastante doloroso para que se dificultara leerlo bajo el signo de "tranquilizadoramente fratricida".)
(Benedict Anderson, Comunidades imaginadas)