A Aurelio Arteta Aísa,
con debida admiración.
Ese hombre… que así lo fue
en el mismo campus, al romper el día
con rigor de un indómito invierno,
estrujó el tiempo a cara descubierta
para en solitario desgreñar la verdad,
como si tal cosa… ese hombre.
Ese hombre… que aquí lo es
al pie del cañón, sobre un terruño loco,
entre cuerpos y almas bajo juramento,
con derechos resueltos en desigual lid,
ahí combate para bien, hasta el ocaso,
y como si nada… ese hombre.
Ese hombre… que sin duda lo es…
hasta no poder más, sin ambigüedades,
con armadura de razón, fija el alto precio
a quien osa mirar los ojos de la verdad,
a quien no teme perder amigos y oficio,
ese hombre… como tal, lo fue y lo es.