“ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada.”
¡Ay madre, qué coletilla esa de que “y, así, la superación de la confrontación armada”! Si te dejas la coletilla, ¿la retirada de los ruedos no es tan definitiva y por eso ni entregas los trastos de matar ni te disuelves? ¿Qué pasaría si no hay respuesta gubernamental a la llamada al diálogo? ¿O si la hay, pero no se resuelven “las consecuencias del conflicto” como ETA quiere? Ese “así”, pesa mucho, pero que mucho, pues si no hubiera “superación de la confrontación armada” de ese modo que es “así”, ¿habría “cese definitivo de su actividad armada”?
Me gustaría recomendar la lectura, en la edición digital de hoy de El País, de una información-reportaje de José Luis Barbería bajo el título “Francia recela de la disolución”. Pero no sé si debo, pues ha estado en portada hasta hace bien poco: ha desaparecido por arte de magia, ¿por qué? [Nota del 30-10-2011: Se puede tener acceso a la versión "móvil" de este reportaje]
En fin, que ni disolución, ni entrega de armas, ni reconocimiento del daño causado,…, ¿cómo esperar que “así” colaboren en la resolución de los crímenes que permanecen sin resolver? ¿Cómo se va a elaborar el relato de una memoria y una verdad que sirvan de basamento a la convivencia y, después, a la reconciliación? ¡Ontologías del presente!
Sí efectivamente, hoy, en el presente, una noticia para la alegría, pero si miramos al pasado y a la recepción que muchos le dan hoy, resulta que ni el futuro parece libre de una inmensa mueca de tristeza. Ahora bien, ésta no cancela su imperativo: seguir luchando por una justicia democrática que sea justa.