miércoles, 16 de noviembre de 2011

Para caminar por un texto 10: campaña electoral.

“¿La población da crédito a esa retórica? En su mayor parte, es para consumo interno del partido. La retórica es la maldición y la alegría de la política. Quizá la prensa peque de falta de ge­nerosidad cuando se toma los discursos demasiado en serio y da a entender perversamente que los políticos actuarán igual que hablan. Los periodistas no son filósofos. De todos modos, los dirigentes socialistas serios no deberían prometer más de lo que pueden cumplir a corto plazo. El plazo corto sirve para construir la base y reunir el apoyo necesario para el cambio social. Las medidas legislativas en ese corto plazo deben dar respuesta a problemas inmediatos y ser populares o por lo menos amplia­mente aceptadas por la mayoría de la población (sobre todo si requieren un cambio de comportamiento de la clase trabajadora para poder surtir efecto, como suele ser el caso de gran parte de las leyes económicas y sociales). Pero las medidas a corto plazo también deben ser coherentes con las teorías a medio plazo so­bre cómo alcanzar objetivos a largo plazo, por ejemplo la socie­dad igualitaria, o por lo menos -teniendo en cuenta las contin­gencias a menudo apremiantes de la política y la economía- no ser contrarias a esos objetivos.
El plazo medio es el tiempo para intentar cambiar actitudes y valores, mediante la persuasión o la eliminación de institucio­nes cuya principal función es mantener los privilegios y la es­tratificación social, ya sea la educación privada, la medicina privada o las políticas de inversión en bancos y fondos de pen­siones. Es probable que ni siquiera la eliminación de algunas de esas instituciones surta el efecto deseado si no se hace de forma gradual o si un mínimo suficiente de personas que trabajan en ellas están dispuestas a servir al nuevo sistema sin poner obs­táculos. […]La planificación a medio pla­zo y la transición requieren por lo menos una generación, aun­que sólo sea para garantizar los necesarios cambios de actitud; no es posible realizarlos en el plazo de uno o dos mandatos par­lamentarios.
No obstante, en la legislación a corto plazo deben contem­plarse las estrategias a medio plazo. La población debe conven­cerse y acostumbrarse a las nuevas ideas. El cambio educativo ha de iniciarse en el programa a corto plazo a fin de disponer del personal con las habilidades necesarias para aplicar las es­trategias de los cambios estructurales a medio plazo. Además, esos cambios y esas estrategias deben ser debatidos y sopesados antes de establecerse. Y durante todo ese tiempo deben afirmar­se y matizarse los valores a largo plazo: ¿qué diferencias socia­les habrá entre los sexos? o ¿cuál será el papel de las minorías culturales en una sociedad sin clases? Un movimiento socialista necesita filósofos morales tanto como economistas o, mejor di­cho, necesita popularizar ambos discursos con espíritu especu­lativo, no dogmático. «Lo éticamente deseable debe ser lo socio­lógicamente posible.» Los límites de las posibilidades actuales pueden ampliarse, pero sólo con tiempo y mediante debates, no por decreto.
Sería absurdo que el movimiento socialista se limitara a hacer campaña de sus valores a largo plazo, pero si se conforma con hacer campaña sobre las reformas inmediatas del sistema actual no se puede llamar socialista (eso no sería más que el remiendo desesperado de un traje raído). Debería hacer campaña a tres niveles: (I) reformas tácticas a corto plazo dentro del sistema para construir una base de confianza popular sobre la cual avanzar; (II) estrategias a medio plazo para cambiar el sistema, y (III) persuasión a largo plazo para elaborar un nuevo sistema inspirado en un espíritu nuevo. Los programas serían muy distintos si se redactaran según ese esquema (serían más socialistas y menos cartistas). Pero aunque haya que esperar mucho antes de que las instituciones sean ejemplo de valores socialistas, los socialistas pueden serlo desde hoy. Parte de la persuasión consiste en dialogar; pero la otra parte es dar ejemplo."

(Bernard Crick. En defensa de la política.)