domingo, 21 de octubre de 2012

Orquídeas de eternidad


A Cattleya lawrenceana

No preciso, bella Flor,
de buen navegar,
si muerto respiro
tus pétalos en el mar.
No siente mi alma
miedos al bucear,
pues tu sereno pulso
acompasa su nadar.

De ninguna suerte
eres tú, eterna Flor,
ni raíz ni tallo 
de un espinoso dolor.
Dichosa gracia y luz 
que eres tú, mi Sol, 
y para esta alma mía
aroma de aire en Flor.