A Cattleya lawrenceana
No preciso, bella Flor,
de buen navegar,
si muerto respiro
tus pétalos en el mar.
No siente mi alma
miedos al bucear,
pues tu sereno pulso
acompasa su nadar.
De ninguna suerte
ni raíz ni tallo
de un espinoso dolor.
Dichosa gracia y luz
que eres tú, mi Sol,
y para esta alma mía