miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sexus Communis

Llevo dos días de coincidencias. Ayer, como les dije,  esa que tuvo lugar entre mi intención de exponer aquí un texto de Ignatieff y la publicación de una entrevista a este intelectual aparecida en un diario español. Y hoy, leo una noticia directamente relacionada con la fotografía que un amigo me envió ayer por la tarde. En la instantánea aparece una atractiva mujer, desnuda y recostada en un cómodo sillón, con las piernas abiertas a horcajadas, apoyando su pie derecho sobre el sofá y el derecho en el suelo. Entre sus piernas, y encajado de bruces sobre la zona púbica, se deja ver la parte trasera del cráneo de un esqueleto, el cual está casi apoyando el coxis en la moqueta y tiene los huesos de las extremidades inferiores entrecruzados y apostados en el suelo hacia el lado izquierdo de su costillar. La estructura ósea del brazo izquierdo del esqueleto pasa por debajo del muslo derecho de la mujer. Esta, con su mano derecha, sostiene la esquelética mano de su partenaire, y con rostro de deleite que expresa un deseo in crescendo, sus labios succionan la ósea falange del dedo índice de su entregado amante. 

La verdad es que la imagen fotográfica ilustra muy bien la noticia a la que he aludido. Se trata del caso de una mujer sueca que ha sido detenida y acusada de un delito de alteración del reposo de los muertos por mantener relaciones sexuales, en su domicilio, con varios esqueletos que habría obtenido aduciendo una diferente intencionalidad epistemológica. Para quien esté interesado en comprobarlo, le dejo aquí un par de enlaces donde aparecen dos versiones, una y dos, del hecho noticiado. Y, por supuesto, les dejo también vinculada la imagen de esta fotografía que acabo de describir, con mayor o menor fortuna, para que se fueran haciendo una idea de la segunda coincidencia que vivo en estos dos días.

¿Necrofilia llevada hasta el máximo aprovechamiento de la corporeidad material? Es decir, ¿solo cuestión de ahorro en tiempos de grave crisis? ¿Instante final de quien así queda reducido tras una secular (¡de siglo!) sesión de amor sexual o de mero sexo? Pero si esto fuera, ¿cómo ella habría podido librarse de la extrema condición esquelética del ser humano? ¿Siniestra prefiguración de lo que merecidamente les sucede a los varones avariciosos de goce? ¿Neobarroca alegorización de lo que le espera en el cielo a los varones que en la tierra son buenos? O, por contra, ¿advertencia moralista -religiosa o no- que pretende meter miedo en el cuerpo y estimular la abstinencia sexual? 

Imaginemos, pensemos y formulemos cuantas preguntas nos emerjan del pensamiento imaginativo. Hagámoslo, con humor una veces y con gravedad otras, pero hagámoslo. En esa noticia y en esa imagen está presente la totalidad de los intersticios por los que se nos oculta la condición humana. Atreverse a pensar nos exige valor para adentrarse en ellos con el mismo ahínco que ese esqueleto pone para retornar a la matriz de la que un día salió. ¿Por qué no verlo así? ¿Por qué quedarse en el común título que acompaña a la fotografía? Ese título enfático y dogmático que renuncia a toda interrogación, ese título que no rasga mas allá de la epidérmica condición social de lo humano, pero que revela la pobreza sexual en que lo social se mueve, ese título que dice "some women take forever¡" y que en la red se traduce así: "hay mujeres que tardan una eternidad". ¡Sapere Aude!, atrévete a pensar, decía Kant como estímulo para la ilustración de las personas. Pues eso, a pensar más allá de ese común pensar que la más de las veces es o frívolo o mojigato, o sea, que no es pensar, y mucho menos según el sexus communis.