jueves, 26 de mayo de 2016

El destino de la función

Los seres humanos, en el embroque de lo social con lo individual, estamos sujetos a perennes problemas. Estos, según las épocas, resaltan por medio de formas y tonalidades propias de cada tiempo literario. Nuestras vidas, en cierto modo, el de las escrituras literarias, se ven convertidas en dinámicos estantes antropológicos. Uno de los más señalados, de entre las estanterías vitales de la literatura española, corresponde a Pedro Calderón de la Barca, fallecido un día como hoy, 25 de mayo, en el año 1681. Selecciono aquí un fragmento de su obra «El Gran Teatro del Mundo». 


«AUTOR: 
Haz tú al mísero, al mendigo.

POBRE: 
¿Aqueste papel me das?

Si yo pudiera excusarme
deste papel, me excusara, 
cuando mi vida repara
en el que has querido darme;
y ya que no declararme
puedo, aunque atrevido quiera,
le tomo, mas considera, 
ya que he de hacer el mendigo,
no, Señor, lo que te digo,
lo que decirte quisiera.
¿Por qué tengo de hacer yo
el pobre en esta comedia? 
¿Para mí ha de ser tragedia,
y para los otros no?
¿Cuando este papel me dio
tu mano, no me dio en él
igual alma a la de aquel 
que hace al rey? ¿Igual sentido?
¿Igual ser? Pues ¿por qué ha sido
tan desigual mi papel?
Si de otro barro me hicieras,
si de otra alma me adornaras, 
menos vida me fïaras,
menos sentidos me dieras;
ya parece que tuvieras
otro motivo, Señor;
pero parece rigor, 
perdona decir crüel,
el ser mejor su papel
no siendo su ser mejor.»

(Pedro Calderón de la Barca. EL GRAN TEATRO DEL MUNDO.)

[ Edición digital en la web de «Biblioteca Virtual de Miguel de Cervantes»:

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/el-gran-teatro-del-mundo--0/html/ff39e206-82b1-11df-acc7-002185ce6064_3.html#I_0_   ]