domingo, 15 de mayo de 2016

¿Por qué debe preocuparnos lo que ocurre en Venezuela?

Cuando les preguntan a algunos dirigentes de un nuevo partido político español, que son o han sido profesores universitarios, sobre su relación con los gobiernos de Hugo Chavez y Nicolás Maduro, responden molestos e irónicos diciendo que no entienden la manía que hay con preguntarles por Venezuela -que se encuentra muy lejos- y no por los problemas más cercanos que sufrimos aquí en España. Claro que a algunos oyentes y lectores nos asalta la duda de por qué ellos iban a Venezuela y escribían sobre ella si tan lejos estaba y tan preocupados se sentían por los problemas de aquí. ¿Es que tal vez creían que los problemas del sur de Europa se solucionarían adoptando el modelo propio de los gobiernos «chaviztas»? ¿Por qué tratan de esconder lo que antes les placía darle publicidad?

A dos de esos profesores, por su libro «El orden de ‘El Capital’. Por qué seguir leyendo a Marx», el Ministerio de Cultura del gobierno de Hugo Chavez les otorgó en el año 2010 el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, dotado con un pago de 150.000 dólares. Con anterioridad, en el año 2006, esos dos profesores premiados, habían escrito otro libro titulado «Comprender Venezuela, pensar la democracia. El colapso moral de los intelectuales occidentales». Vamos, más nítido no pudo estar: intelectual comprometido con la causa del régimen, intelectual premiado o remunerado por este. Ya se sabe, existen cercanas lejanías que se premian, así como lejanas cercanías que se desprecian.

Pues bien, yo creo que sí, que debe preocuparnos, y mucho, lo que les ocurre a las personas ciudadanas de Venezuela. Porque Venezuela no está humanamente muy lejos. En Venezuela hay muchas personas que viven, en su propio país, como si fuesen refugiados o exiliados. Por eso, hemos de sentirlos tan cerca, tan cerca como la humanidad del próximo que sufre hambre, enfermedad e injusticia. Un próximo que padece las políticas de un gobierno autoritario que estrangulan a su propia sociedad, que destruyen las bases democráticas de las instituciones jurídico-políticas y que destrozan los recursos económicos del país. Venezuela está cerca, muy cerca, no solo por aquellas personas venezolanas a las que nos une la amistad y el querer, sino también por la humanidad concreta que nos enlaza a todas ellas, las conozcamos o no. Venezuela está muy cerca no por partisanas ideologías revolucionarias, sino por los principios y valores democráticos que nos recuerdan que un ser humano que sufre y muere, por la práctica de esas ideologías, es siempre un ser humano.

En contra de los discursos de esos intelectuales orgánicos, que están o han estado al servicio y al abrigo del proyecto autoritario de la revolución bolivariana; en contra del discurso de quienes por eso mismo padecen y propagan el colapso moral del que acusan a otros; en contra de todo ello, digo, no hay que «comprender Venezuela y pensar la democracia», sino comprender la democracia para pensar en Venezuela y, a la vez, pensar en Venezuela para comprender la democracia. De ese modo, las personas ciudadanas de Venezuela las pensaremos y sentiremos en la cercanía de una humanidad que exige y espera justicia democrática, la que se fundamenta en la libertad personal y política, en el respeto a los derechos individuales y sociales.

(tvb)