ARCANOS
DE NAVEGACIÓN: LOS DESPOJOS DE UN NAUFRAGIO MORAL.
La
limpieza de las conciencias.
Hablo
con el menor de mis hijos. Le doy los buenos días y le mando un
rosario de besos. Me llega un correo. Su contenido: la pobreza
infantil. Pienso en la hora del mediodía. Recogeré a mi criatura y
vendremos a comer a casa. La conexión no tarda en venir a la
conciencia. Una conciencia que no se limpia aunque sea una conciencia
limpia. Sigo pensando: si al final cada uno de nosotros vamos a
nuestra casa, y ellos ni siquiera pueden ir a la suya, ¿qué hay de
distinto entre sentar un pobre en nuestra mesa y sentarnos en la mesa
del pobre?
Tomo
un libro, un librito que escribí desde una conciencia limpia que no
se terminará nunca de limpiar. Leo unas citas que hice de algunos
textos de Levinas, quien tenía limpia conciencia de la alteridad del
pobre: 1. «alimentar al otro es conservar en el alimento el carácter
de comida; jamás será transformarlo en un mínimum vital. Al nutrir
al otro es preciso agasajar, en alguna medida, su capricho; de no ser
así, ocurriría el naufragio»; 2. «recibir y alimentar a los
hombres, mantener la tienda abierta a los cuatro vientos.»; 3. «hay
más en la familia de Abraham que en las promesas del Estado»; 3.
«después del miedo y de la angustia, la posibilidad de una sociedad
donde cada uno tiene su morada, vuelve a su casa y a sí mismo, y ve
el rostro del otro.»; 4. «reconocer al otro es reconocer un
hambre».
Tomo
otro libro, de poemas, unos de mi hijo el mayor y otros míos. Leo
uno de estos: el XV en la página 37. Y me doy cuenta, con esa
conciencia limpia que nunca se acaba de limpiar, de que no me queda
tinta en la pluma para seguir escribiendo. He de mandarla a recargar.
Tardarán unos días o unas semanas en hacerlo. Hasta entonces.
(tvb)