martes, 31 de enero de 2017

LA LIMPIEZA DE LAS CONCIENCIAS.

ARCANOS DE NAVEGACIÓN: LOS DESPOJOS DE UN NAUFRAGIO MORAL.

La limpieza de las conciencias.

Hablo con el menor de mis hijos. Le doy los buenos días y le mando un rosario de besos. Me llega un correo. Su contenido: la pobreza infantil. Pienso en la hora del mediodía. Recogeré a mi criatura y vendremos a comer a casa. La conexión no tarda en venir a la conciencia. Una conciencia que no se limpia aunque sea una conciencia limpia. Sigo pensando: si al final cada uno de nosotros vamos a nuestra casa, y ellos ni siquiera pueden ir a la suya, ¿qué hay de distinto entre sentar un pobre en nuestra mesa y sentarnos en la mesa del pobre?

Tomo un libro, un librito que escribí desde una conciencia limpia que no se terminará nunca de limpiar. Leo unas citas que hice de algunos textos de Levinas, quien tenía limpia conciencia de la alteridad del pobre: 1. «alimentar al otro es conservar en el alimento el carácter de comida; jamás será transformarlo en un mínimum vital. Al nutrir al otro es preciso agasajar, en alguna medida, su capricho; de no ser así, ocurriría el naufragio»; 2. «recibir y alimentar a los hombres, mantener la tienda abierta a los cuatro vientos.»; 3. «hay más en la familia de Abraham que en las promesas del Estado»; 3. «después del miedo y de la angustia, la posibilidad de una sociedad donde cada uno tiene su morada, vuelve a su casa y a sí mismo, y ve el rostro del otro.»; 4. «reconocer al otro es reconocer un hambre».

Tomo otro libro, de poemas, unos de mi hijo el mayor y otros míos. Leo uno de estos: el XV en la página 37. Y me doy cuenta, con esa conciencia limpia que nunca se acaba de limpiar, de que no me queda tinta en la pluma para seguir escribiendo. He de mandarla a recargar. Tardarán unos días o unas semanas en hacerlo. Hasta entonces.

(tvb)